Tres frases aderezadas y un doka

Por el Maestro Lucio Álvarez Ladera

 

Alguno de vosotros me ha pedido que repita las frases de O Sensei que leí en el pasado curso. Ahí van las suyas, y un ‘aderezo’ de mi cosecha:

 

“El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en la mente”. M.U.

 

Toda la esencia del Aikido está palmariamente expresada en estas dos frases. Toda idea de lucha, competencia u oposición tiene que desaparecer de nuestra mente. Cuando logremos este estado, nada podrá vencernos. Mientras tanto esto no se logre, mientras quede en nosotros un rastro de enemistad, de antagonismo, de rivalidad, de soberbia, seguiremos siendo pequeños y vulnerables, vencibles.

 

“Cuando la concentración (zanshin) impregna la mente, el poder de la respiración se vuelve uno con el universo”. M.U.

 

Esto es algo que sucede de forma natural, sin alharacas ni acompañamiento de fanfarrias. Aunque nosotros no tengamos consciencia de tal hecho (esa es la etapa final de la carrera), el aliento físico y espiritual del diminuto ser humano, al entrar en profunda concentración -quietud y calma mental y corporal-, se une naturalmente al aliento físico y espiritual de la Divinidad elevándolo a la categoría de Dios. ¡Sin más!

 

“El fracaso es la clave del éxito. Cada error nos enseña algo…”. M. U.

 

… Y nos hace más fuertes y más sabios.

Y si el fracaso nos hace más fuertes y sabios, si siempre aporta una enseñanza, ¿podrá considerarse, entonces, un fracaso?…

 


 

 

Parafraseando a Facundo Cabral: Tenemos que desterrar la duda de si nosotros somos ellos y no olvidar que lo de afuera continúa lo de adentro. Todos procedemos de la misma Fuente, todos somos parte de un mismo cuerpo, todos somos los demás. No hay nadie mejor ni peor que nadie, nadie a quien vencer o superar…

Lo de afuera no es más que reflejo y continuidad de nuestro interior: la felicidad y la desdicha, la bondad y la maldad, la belleza y la fealdad, el odio y el amor, la tensión o la calma, están dentro de cada uno de nosotros. Las acciones, los sucesos, las cosas, no tienen atributos, intención ni extremos, nosotros se los adjudicamos según los percibimos. Así, lo que para unos es grato y placentero, real y cierto, para otros es desagradable y aburrido, mentira y fantasía. Si nuestro interior es armonioso, ecuánime y equilibrado, todo cuanto nos rodea será armonioso, ecuánime y equilibrado…

… Y el doka:

 

“Qué bella

esta forma del

cielo y la tierra

creada desde la Fuente:

todos somos miembros de una misma familia”. M.U.

 

 

Lucio Álvarez Ladera