* En respuesta al debate abierto por Dani García en el foro que podéis leer pulsando aquí

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5ª) Decir que somos aikidokas, ¿nos hace un poco orgullosos, y nos haría sacar un poco ese ego que tratamos de reducir?

“Dentro de ti están tanto el bien como el mal. Conviene que fortalezcas el bien para que salga victorioso en los momentos de enfrentamiento e introspección. Recuerda que cada problema es una oportunidad para aprender”.

Todo está en nosotros, en nuestro interior, el orgullo y la modestia no iban a ser menos…

En el día a día dependemos por entero de las decisiones que tomamos; la vida cotidiana es un torrente de decisiones, de la cama a la cama, desde que despertamos hasta que nos acostamos, estamos tomando decisiones: cómo vestimos, qué comemos, qué leemos… y un interminables etc. Cada instante de nuestras vidas depende la decisión que tomemos. Siempre estamos decidiendo.

Evidentemente muchos de los sucesos que acontecen en nuestra vida cotidiana, como las enfermedades, no son causa de decisiones tomadas por nosotros. Hay sucesos que escapan a nuestra medida. Pero tenemos absoluto control de decisión sobre cómo reaccionar ante ellos. Nosotros fijamos nuestro rumbo. La posibilidad de decidir forma parte de nuestras capacidades innatas.

La vida es acción, somos personas de acción con implicaciones internas de todo nuestro ser.  Lo que decidamos afectará a nuestro entorno y a nuestro interior, a nuestra forma, de pensar, de hablar y a nuestro comportamiento

Ciertamente hay acontecimientos que nos llegan al margen de nuestra intención. Pero las acciones, los acontecimientos, no tienen características per se, no pueden ser buenas o malas, agradables o desagradables…

Nosotros les otorgamos tales características. Así: nuestra vida será lo que decidamos que sea la vida.

Nosotros decidimos ser optimistas o pesimistas, decidimos actuar enérgicamente y con entusiasmo, o con desagrado e indolencia.

Nosotros decidimos si los acontecimientos vitales, si lo que nos acontece, es negativo o positivo.

No podemos evitar la enfermedad, la desaparición de un ser querido, y otros sucesos adversos, pero podemos reaccionar positiva o negativamente ante ellos.

Nosotros decidimos si una dificultad es un problema o una oportunidad.

Para cruzar a la otra orilla podemos nadar a favor de la corriente o en contra. Nosotros decidimos.

Nuestros pensamientos, palabras y actos, será cómo nosotros decidamos que sean. Jactanciosos o modestos.

El orgullo estará en la forma, en la intención que nosotros decidamos darle a las palabras, no en las palabras.

En Andalucía es muy común usar el “h… p…” cuando quieren elogiar a alguien. Lo que es un insulto muy grave, se transforma, por nuestra intención, en una muestra de admiración; será insulto o halago según nosotros decidamos al decirlo, y al recibirlo. Misogi es lo que importa.

Mientras un individuo no logre transformarse a sí mismo, no logrará transformar nada.

¡TRANSFORMARSE A UNO MISMO. NO HAY NADA MÁS URGENTE!   FIN