Realizar SHUGYO : (2ªparte) por el Maestro Lucio Álvarez Ladera

Cuando en el dojo, el maestro nos insiste en el musubi, solemos reaccionar (es, por otro lado, bastante lógico, pues en esta sociedad llena de prisas y exigencias, estamos habituados, casi obligados, a forzar, a controlar, las cosas) de manera contraria a la que sería la adecuada; en lugar de relajar nuestra actitud y nuestro cuerpo, los tensamos. Siempre estamos pretendiendo demasiado, esforzándonos demasiado, pensando demasiado… Claro que pensar es bueno, importante y necesario, pero lo cierto es que la mayor parte de nuestros pensamientos son inútiles: Como dice el monje Thich Nhat Hanh: “Es como si noche y día tuviésemos un casete (escribió esta frase antes del iPhone, ahora, sin duda, habría mencionado éste en su analogía) funcionando constantemente en la cabeza. Pensamos en esto y aquello y es difícil parar. Nos basta apretar un botón para detener el casete, pero nuestra mente no tiene botones”.

Bueno, la mente no tiene botón de parada, pero sí botón de fijación y ralentí, y ese botón es la atención. Detenerlos del todo quizá no sea posible mientras estemos vivos, pero sí es posible fijarlos, concentrarlos.  Musubi es poner nuestra atención, y con ella automáticamente, nuestro ki, nuestra energía, nuestro espíritu, en la unión entre uke y tori, en la armonía entre ambos y sólo en eso:

¡Poner atención!
Generalmente, por los motivos descritos antes, la atención y con ella todo lo demás, se suele poner en fines personales y, de algún modo, egoístas: hacerlo bien, aprender pronto y mucho, no quedar mal ante los que están mirando…, o cualquier otra disquisición que se nos ocurra.

Este comportamiento es perfectamente extrapolable a las acciones de nuestra vida cotidiana.

¡Cuidado!, tampoco musubi es una mera coreografía (por muy hermosa que esta pueda llegar a ser) de movimientos preestablecidos, aunque en ocasiones sea oportuno coreografiarlos para despojarlos de la rigidez o la brusquedad. Musubi ha de ser algo instintivo e intuitivo, natural, sin acuerdos previos. Como decimos, preestablecer, acordar, pactar los movimientos, es, la mayor parte de las veces, la única manera de despojarnos de la violencia y de agudizar nuestros sentidos para poder captar el lenguaje no hablado, ni escrito del “nudo de ki”; pero también, en ocasiones, nos perdemos sólo en el elemento estético de la técnica (esto es independiente de si se trabaja fuerte o suave) Si esto sucede, por muy fluidos que sean los movimientos, no serán más que una danza hueca, y tampoco eso es Aikido. El trabajo sin “fuerza física” es, a mi juicio, la mejor manera de entender conectar y fluir, pero sólo será musubi si hay musubi, independientemente de la intensidad del entrenamiento. Igual que se ven por ahí absurdas demostraciones de fuerza, se ven otras, tal vez más absurdas, de simple y vacio baile. Musubi es lo que su nombre indica: conexión, lazo, nudo de ki, el principio universal de unidad y armonía. Recordemos las palabras de Morihei:

Todo es musubi, vincular y conectar mediante la armonía; esto es aiki”.

En eso ha de consistir la dedicación y la constancia del entrenamiento, shugyo, en procurar hacer musubi con la vida; dentro y fuera del tatami, concentrar nuestra atención, y traerla de nuevo cuando se pierda, en recordar, en ser conscientes y actuar, en la armonía.

Tai-iku, igual a Tai-musubi: Poner en práctica el principio de la unión físcamente. Ki-iku o Ki-musubi: Entrelazar inseparablemente la energía, la intención, la atención. Toko-iku, Toko-musubi o Shugyo: Vivir, dentro y fuera del dojo, en concordancia con aquello que decimos practicar: la armonía, la unión, el amor. Chi-iku, Chi-musubi: armonizar con el Conocimiento, con la Verdad, con el Amor, con Dios.

“Si uno no se une a Dios, el universo no se puede armonizar. Los maestros en artes marciales que no están en armonía con el universo están ejecutando meras técnicas de combate, no Takemusu Aiki”. (Morihei Ueshiba)

No se me olvida una conversación que tuvimos con cierto “maestro de aikido” del que, por supuesto, no voy a citar el nombre:
Hablábamos, discutíamos más bien, sobre la espiritualidad en el aikido, y de la necesidad ética de impartir, si no correctamente ya que no nos sentíamos lo suficientemente avanzados en ese aspecto, sí, al menos, honestamente, esa espiritualidad. O sea, de intentar comportarnos de acuerdo a esas premisas. A lo que respondió que él en el tatami podía decir misa, pero que fuera, era quien era y le importaban muy poco esos aspectos del aikido. Argumentamos que ese era el mensaje del Fundador, y dijo que el Fundador era un hombre muy espiritual pero que a él la espiritualidad no le interesaba en absoluto.

Desgraciadamente muchos de los llamados maestros de Aikido, he conocido a unos cuantos, (incluyo personas que ostentan grados elevados y que tienen prestigio internacional) piensan igual o parecido. Y lo que es peor, engañan hablando por boca del Fundador de la armonía del Aikido y luego realizan sus practicas de una forma totalmente alejada de esos principios, y, por supuesto, no los llevan a su comportamiento cotidiano, no interesándoles, en muchos de los  casos, más que el prestigio y/o el interés económico.

Por supuesto, que también hay personas sinceras que solo tratan de trasmitir lo que han aprendido, pero esto tampoco está demasiado justificado. Hace años, cuando apenas había información, podría esta ignorancia ser una disculpa, pero ahora, en la actualidad, hay toda clase de medios de información. Basta con leer las palabras del Fundador detenida y abiertamente, para quedar suficientemente informado.

No tratamos de enmendar o criticar a nadie, ¡nada más lejos de nuestro ánimo! ¡Qué cada cual haga con su vida lo que crea conveniente, por supuesto, eso no es cuestionable! Pero, a veces, hay que dejar el tacto a un lado y llamar a las cosas por su nombre.

“La Vía es como la circulación de la sangre dentro de las venas. Una brizna de separación entre vosotros y la Mente de Dios y ya no estaréis en el Sendero del Aiki”. (Morihei Ueshiba, Fundador del Aikido)
“En el auténtico budo no hay enemigos. El auténtico budo es una función de amor. No es para matar ni para luchar, sino para ayudar a todas las cosas y llevarlas a su realización. El amor proteje y alimenta la vida. Sin amor no se puede realizar nada. El Aikido es la manifestación del amor”. (Morihei Ueshiba, Fundador del Aikido)

Son palabras totalmente claras y meridianas, el mensaje es diáfano e incuestionable…

Como queda dicho en Paz Abundante, cuando Ueshiba hablaba de Dios estaba hablando del Verbo Supremo, el Raudal Cósmico, la Corriente de Energía Creadora, la Chispa de la Vida.

Shugyo es tener siempre presente estos principios, ese es el entrenamiento duro y constante con que tenemos que disciplinar nuestra mente: comportarnos de acuerdo con el musubi. Seguir enlazados a tori, guiar respetuosamente a uke, hasta formar una unidad… Una unidad inseparable con la Chispa de la Vida Universal.

No podemos abarcar, dominar, poseer la corriente universal del Aiki, es totalmente imposible para un simple ser humano, pero sí podemos hacer shugyo y sumergirnos en ella y nadar a favor dejándonos llevar, aprovechando su impulso para cruzar con éxito a la otra orilla.

Para acabar más palabras de O Sensei Morihei Ueshiba, que merecen la pena recordarse:

La misión del budo es poner fin al conflicto y la lucha”.
“Aikido es el principio de no-resistencia. Al ser no-resistente uno gana desde el comienzo mismo. Quienes albergan malos sentimientos poseen malas intenciones, y cuyos corazones son hostiles y antagonistas ya han empezado perdiendo”.

No hemos de tener temor al cambio, ni sentir pereza o dudas ante él. Aunque nuestra práctica haya sido una durante años, si no ha seguido el principio de armonía tanto en los aspectos físicos de la técnica, como en los sicológicos, no hemos de bacilar en cambiarla. Evolucionar es ley universal, y evolucionar no es en otra cosa que en “conquistar nuestro mal corazón con nuestro buen corazón” esforzándonos en cumplir la misión de realizar la “verdadera unificación y armonía de todas las cosas”.

“Con el tiempo, el cambio de la técnica es la naturaleza esencial del Aikido”. (O Sensei)

¡Quizá así, logremos que resuenen nuestras almas!

Lucio Álvarez Ladera, 30 de noviembre de 2011