La situación del Aikido en España ….Lucio Alvarez Ladera

 

En primer lugar me gustaría pedir disculpas por la intención, a todas luces pretenciosa, con que nace este escrito. No es otra, que la de hacer reflexionar a algunos, informar a otros y concienciar a los más posibles, de la necesidad de un talante coherente que de pie a una labor coordinada «armonizada» en favor del Aikido y de la defensa de su singularidad y de su esencia. Los destinatarios de este texto (sigo siendo pretencioso, pero por intentarlo que no quede) son todos los aikidokas, activos o pasivos, practicantes o aficionados, tanto los particulares como los colectivos de aikido.
Llevo vinculado al Aikido como practicante activo, desde el año 70 y después de este tiempo, al mirar su situación observo que es, cuanto menos, preocupante. La dispersión y lo que es aún peor, la práctica a ras de superficie, están deslavazando este arte. Me refiero al Aikido español en su conjunto, al Aikido como un sólo cuerpo, no a las partes diferenciadas que lo componen. El que se practica en cada colectivo especifico marcha, con toda seguridad, estupendamente.
A causa de la política de control de actividades vigente en los años de su llegada a nuestro país, el Aikido tuvo que aceptar la disciplina de una entidad que las autoridades consideraron, al parecer, la más afín, ya que ambas eran «técnicas de combate» y procedían del mismo lugar (Japón). Y al igual que otras formas de artes marciales en su momento, el Aikido se vio incorporado a la federación de Judo. Por motivos evidentes (falta de competiciones o concursos, escasa o nula representación asamblearia etc., etc., etc.) la gestión (para los intereses del Aikido) y las relaciones con dicha federación nunca han resultado del todo satisfactorias y en algunos momentos han derivado a verdaderamente nefastas, siendo en el seno federativo donde se han gestado buena parte de las desavenencias y las separaciones de los principales grupos de aikidokas, grupos que como ya he mencionado, en su andadura individual han funcionado con naturalidad suficiente.
Quiero abrir un paréntesis para aclarar, para puntualizar, que cuando hablo de la gestión de la federación de Judo, lo hago siempre desde la perspectiva interesada del practicante de una actividad distinta y minoritaria. No dudo (ni estoy capacitado para hacerlo, ni estoy interesado en estarlo) de la eficacia de la gestión de la federación de Judo, en cuanto al Judo se refiere. De hecho, es esta una de las modalidades deportivas que más triunfos está consiguiendo para nuestro país, creando una pléyade de excelentes campeones, lo cual me alegra, lo digo con absoluta sinceridad, por partida doble, como español y como ex-judoka. Considero el Judo un formidable deporte, bello y formativo y tengo buenos amigos judokas dentro y fuera de la federación.
Una vez aclarado mi parecer sobre el Judo, continuo mi exposición resaltando los dos puntos básicamente discordantes: diferencia y minoría. Estamos en casa ajena y somos demasiado pocos para poder hacer respetar nuestros criterios, así cuando alguna medida vulnera nuestros intereses o nuestra idiosincrasia (véase un ejemplo; la convalidación en un curso, de sólo 20 horas, del cinturón negro de Aikido a cualquier otro cinto negro de cualquiera de los deportes asociados; medida que considero inadmisible y que ha sido uno de los motivos de mi reciente dimisión y de la de otro miembro destacado de la comisión madrileña de Aikido) muy poco o nada podemos hacer para impedirlo, ya que nuestra influencia, en cualquiera de los planos de gestión, es prácticamente nula. La diferencia, por sí misma, es un motivo suficientemente importante para estimular nuestro deseo de autogestión, pero además se añade a ella y a ella afecta, otro más grave y acuciante. A saber:
Con la definitiva normalización de la ley del deporte, el Aikido, al estar incorporado a una federación deportiva, será considerado una modalidad deportiva. Dicha ley iguala a todos los deportes en lo que se refiere a la obtención de títulos de enseñanza (es lo más justo y natural, ya que de no ser así se podría ocasionar más de un agravio comparativo). Esto significará, que cualquier academia pública o privada podrá expedir títulos de enseñanza de Aikido, como de cualquier deporte, a todo aquel, practicante o no, que realice y supere unos cursos de escasa duración, de contenido única y exclusivamente técnico, y sin tener en cuenta, ¿cómo podría ser de otro modo?, los aspectos espirituales, éticos y filosóficos, característicos de este budo. Cierto grupo sindical, en colaboración con la federación de Judo, ha propuesto ya a sus afiliados, unos cursos de formación profesional, entre los que se incluye uno de Aikido de 20 horas de duración. Es posible que esto sea beneficioso para los deportes de competición y puede que represente, también, cierta ampliación del espacio profesional, mas hay dos peros: El primero es que el Aikido carece de competición y no persigue las «glorias deportivas». El segundo, que la única salida profesional del Aikido es la docencia y aunque sea perfectamente licito ganarse la vida de esta forma, jamás ha de hacerse a costa de la desvirtuación de lo que se esta divulgando. Sería contradictorio y nada ético.
Con demasiada frecuencia se hace alusión a las palabras de O Sensei de manera frívola y superficial, no obstante voy a citar aquí, extraídos del libro «Aikido o la armonía de la naturaleza» del Shihan M. Saotome, los Cinco Principios del Aikido formulados por el Fundador:

 

El aikido es el camino que reúne a todos los caminos del Universo desde la noche de los tiempos, es el Espíritu Universal que contiene y une a todos los seres.
El Aikido es la verdad enseñada por el Universo que debe regir nuestra vida en la Tierra.
El Aikido es el principio que une a la humanidad con la Consciencia Universal.
El Aikido alcanzará su objetivo supremo cuando cada ser, después de haber seguido su propio camino, no sea sino uno con el Universo.
El Aikido es la Vía de la fuerza y la compasión que conduce a la perfección infinita y la gloria divina.

 

¿Somos conscientes de lo que esto significa?. ¿Entendemos realmente qué es lo que hemos elegido practicar y el compromiso que adquirimos al transmitírselo a los demás?. ¿Qué tiene esto que ver con un deporte?. ¿Cómo se puede ser «entrenador» de esto en un curso de 20, 30, o de 100 horas?. Seguramente la mayor parte de nosotros necesitaremos varias vidas para alcanzar esta meta, lo menos que podemos hacer, es no desperdiciar la que ahora vivimos y tratar de seguir humilde y sinceramente esta vía, procurando no adulterarla y transmitiéndola fielmente, según nuestras posibilidades, pero con honradez.
Al Aikido se llega desde muchos y muy diversos caminos y por motivos pocas veces tan elevados, nos atrae su estética, su eficacia, o simplemente el afán de practicar algún tipo de ejercicio, pero en algún momento de nuestra andadura hemos de hacernos este tipo de preguntas y cuestionarnos si somos, o no, consecuentes con lo que hacemos y, sobre todo, con lo que «enseñamos». El Aikido es una filosofía, un budo, y no un deporte (M. Ueshiba insistió en ello) aunque posea componentes con apariencia deportiva. Si por no estar en el lugar adecuado, se ve incluido en el ámbito de la nueva ley, su esencia se perderá irremediablemente y por más que podamos llegar a ser técnicos irreprochables o fabulosos luchadores lo seremos de algo que ya no será Aikido, pues se habrá perdido su razón de ser. Olvidémonos de intereses egoístas y mezquinos. Practiquemos como más nos satisfaga, pero sin olvidar cual es la esencia cuando vayamos a hacer de intermediarios. Colaboremos todos los aikidokas para situar al Aikido en el lugar que debe estar. Construyamos entre todos una casa propia fuertemente cimentada sobre los principios del Aikido, desde la que podamos decidir por nosotros mismos lo que más convenga a nuestro arte, lejos de amenazas tan rotundas como la que ahora nos acecha. Cabe la posibilidad, remotísima, de que merced a alguna estratagema, todo se quede en «agua de borrajas» y el Aikido pueda seguir su camino sin «sufrir el peso de la ley»; de ser así, siempre tendremos la posibilidad de rectificar y los pasos que se hayan dado hacia la unificación y emancipación serán pasos hacia adelante. Pero la realidad es que, la ley es igual para todos y si no hemos hecho nada al respecto, dar marcha atrás será extremadamente difícil, nos encontraremos, casi con toda certeza, en una situación irreversible y los daños que se ocasionen al Aikido serán irreparables.
Hay un buen número de leales aikidokas que ya han percibido el riesgo (se han librado de la ofuscación producida por la inercia de tantos años) y se ven impelidos a buscar nuevas fórmulas, nuevas maneras, que permitan atajar esta situación. Si, como ellos, te encuentras interesado en colaborar en este proyecto de preservación y unificación del Aikido, puedes hacerlo. Intégrate en esta asociación, en otra similar o colabora desde tu propia iniciativa. Participa de estos principios en tu práctica habitual y no olvides que el futuro del Aikido está, también, en tus manos.

Lucio Alvarez … 7º DAN de Aikido