INTRO

Hace unos días un compañero me pidió permiso para entrenar con un conocido sensei de otra escuela. Dicho sensei ha tenido y tiene muy buen cartel internacional, y tanto él como la asociación japonesa que representa han sabido sacarle buen provecho a su fama. Indiscutiblemente su estilo es impecable, bonito, espectacular. Y se ajusta a la perfección a la “plantilla oficial”, adoptada y difundida por dicha asociación… Muy profesional y aséptico…

Miro a los maestros de la A.F.A. y no veo que desmerezcan en absoluto. Su ejecución de las formas, su estilo, no tiene nada que envidiar al de este popular sensei cuando ostentaba igual grado que ellos tienen ahora.

¡Mejor aún, puesto que sé, y se ve perfectamente, que los Senseis de la A.F.A. poseen, además de un estilo tan bueno como el que más, mayor calor, más verdad.

Un fondo más acorde con el propósito y definición que el Fundador del AIKIDO convino para este arte.

En AIKIDO, un arte marcial del espíritu, no hay atajos ni predominios, sólo misogi. Quien quiera seguir esta escuela, olvídese de buscar fuera, de imitar a otros que no busquen y difundan Takemushu Aiki y misogi.

Por muy atractivo que sea su estilo, no es la forma la que determina al maestro. Ni nada externo nos revelará el secreto de la Vía del Amor. Cada uno la encontrará en su interior y al maestro veraz, a base de misogi, misogi y misogi. Y quien no esté interesado en buscar y seguir estos principios que no lo haga y busque lo que quiera dónde quiera. ¡Perfecto!…

 

 

EL PROPÓSITO DEL AIKIDO

“No puedes imitar lo que hago”. Revelaba Morihei Ueshiba. “Cada técnica es única, es una experiencia que ocurre sólo una vez. Mis técnicas emergen libremente, desvaneciéndose como el chorro de agua que lanza un surtidor.

En Lugar de intentar copiar lo que hago, escucha lo que digo.

Ahí reside la esencia de las técnicas.

Algún día lo entenderás”.

 

“El propósito del Aikido es poner en práctica misogi. Misogi es aiki, aiki empezó con misogi” […] “En aikido queremos practicar para realizar misogi”. “El Aikido surgió para el misogi”. “Todas mis técnicas son misogi”. (O’Sensei).

 

¡Todas las técnicas de aikido son misogi!

¡¡¡Practicamos para realizar misogi!!!

 

Y,¿QUÉ ES MISOGI?

Volvemos a apelar a Morihei Ueshiba, él describe misogi de la siguiente forma:

Misogi transcurre en los tres niveles de lo Manifiesto, lo Oculto y lo Divino –físico, mental y espiritual-, y endereza las cosas”.

“Purificaos –añade-. Nuestro trabajo es como el loto que surge del fango. La unión de la materia y el espíritu es la esencia de budo. Para proteger la naturaleza debemos limpiarnos de todos los engaños…”.

Y sigue:

“Según la teoría de kototama, mi-so-gi se explica de la siguiente manera: Mi es agua, yin, plenitud, fruta, camino y joya. So es viento, lo que abarca, lo que envuelve y está envuelto. Gi es viveza y penetración, blancura, blanqueamiento, eliminación. En resumen -explica-, misogi es la limpieza de todos los engaños, la eliminación de todos los obstáculos, un estado radiante de pureza sin adornos, la obtención de todas las cosas, un estado vibrante de virtud divina, un universo inmaculado. Misogi pone al descubierto nuestra verdadera naturaleza divina”.

Misogi es la ráfaga que arrastra las impurezas y descubre nuestra naturaleza esencial. Para eso nace Aiki y se hace Do. Una técnica correcta es complemento de Aiki, pero no es Aiki. Una actitud correcta es complemento de Aiki, pero no es Aiki. Aiki es Misogi y transcurre en lo Manifiesto, lo Oculto y lo Divino. Misogi limpia cuerpo, mente y alma.

¡Ojo, pues, con lo que practicamos y trasmitimos!

¡Ojo con nuestra reacción cuando empiecen a llamarnos maestro!

Gálatas 6,7:

No os engañéis: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra”.

 

“Estando el abate Juan en su lecho de muerte, sus discípulos le pidieron unas palabras que les sirviesen de guía cuando él no estuviese. Dijo el santo:

«Nunca hice mi propia voluntad, y nunca enseñé nada a nadie que no hubiese practicado antes yo mismo».

Todos somos responsables de nuestros actos. De Dios nadie se burla. Y en nuestro fuero interno lo sabemos. Tampoco podemos engañarnos a nosotros mismos puesto que esencialmente somos Dios.

Cada uno somos nuestra propia responsabilidad. Ni somos responsables de los demás, ni los demás son responsables de nosotros. Yo soy mi propia tarea. Mejorarme a mí mismo es mi única obligación. Mi misogi es mi tarea.

Verdadero misogi requiere de verdadera humildad. Según palabras de un Gran Maestro Realizado:

“La humildad es algo tan sencillo como escuchar a los demás y tener en cuenta su opinión, su criterio. El orgullo consiste en creer que tenemos razón en todo momento”.

Ese es uno de los rincones de nuestra mente que hemos de limpiar más a fondo y mantener bien limpio. El orgullo es el mejor disfraz del ego.

En Aikido, como en la vida, los opuestos deben ser, ¡son!, complementarios, no antagónicos. Así, los diferentes estilos han de complementarse, sumarse, perfeccionarse.

Pero los humanos somos muy dados a parcializar, a posicionarnos, a tomar partido y dividir. El posicionamiento muy raramente camina solo, casi sin excepción, va acompañado del menosprecio, que solemos negar, por la posición ‘diferente’, y en lugar de completar fracciona, desune, enemista. Tengo razón es uno de los argumentos estrella del orgullo.

De no ser capaces de integrar, deberíamos, cuando menos, mostrarnos neutrales, flexibles, siempre respetuosos.

¡Somos responsables de nuestro propio misogi, nunca del de los demás!.

¿Quiénes creemos ser para tratar de interferir o prevalecer?

“La humildad es algo tan sencillo como escuchar a los demás y tener en cuenta su opinión”.

El Do, el Camino, lo hacemos nosotros. “Al andar se hace el camino…”. El maestro nos lo indica, nosotros lo andamos, o no. ¡¡Aiki empezó con misogi!!

Jesús dijo a sus discípulos: “No me llaméis maestro hasta que comprendáis por completo mi propósito y seáis capaces de vivir de acuerdo con su verdadero significado”

Aiki empezó con misogi nos dice O’Sensei.

 

¿Podremos decirnos discípulos de un maestro, seguidores de una filosofía, disciplina o escuela si no seguimos sus enseñanzas? ¡Nosotros tenemos que andar, adaptarnos al camino!

“Misogi es la limpieza de todos los engaños, la eliminación de todos los obstáculos, un estado radiante de pureza sin adornos”.

Sin adornos, humilde y sinceramente.

No nos dejemos engañar de nuevo, ¡ya no valen excusas!

¡¡Ese es el Do del Aiki!!

“[…] Mis técnicas emergen libremente y se esfuman como el chorro de agua que lanza un surtidor.

En Lugar de intentar copiar lo que hago, escucha lo que digo.

Ahí reside la auténtica esencia de las técnicas.

Algún día lo entenderás”.

 

Takemushu Aiki no debe verse ahogado jamás por la rutina. La rutina es útil mientras no se enquista.

Misogi es la fresca ráfaga que arrastra las impurezas y descubre nuestra naturaleza esencial.

¡Poner en práctica misogi es el propósito del Aikido y de nuestra escuela!.

Si nos interesa, ¡a tope!, a caminar.

Y si no, ¡a otra cosa!

Sea cual sea la decisión que tomemos, será la buena, la que debemos tomar. Nadie se sienta obligado. La verdadera lealtad estriba en ser sinceros de corazón, con nosotros mismos y con los demás.

 

 

KOKOROKARA KOKOROE