Como, al final el miércoles en la clase virtual dirigida por Alberto, dada mi mala forma vocal, no me parece que quedó muy clara la charla y tratando además de que también la sufran compañeros que no estaban presentes os la voy a pasar por la web.

Es evidente y totalmente lógico, que cuando alguien toma la decisión de iniciarse en la práctica del aikido –o de cualquier actividad, más tratándose de un arte marcial-, lo haga habiéndose formado una cierta opinión sobre tal actividad. O, lo que es lo mismo: que entramos al aikido con una serie de ideas preconcebidas. Como decía, es totalmente normal y lógico. También es lógico que a medida que vamos entrando en materia, a medida que vamos profundizando en la práctica vayamos conociéndolo un poco mejor y vayamos variando nuestros criterios iniciales, ¡o no!, qué de todo hay.

No es mi intención alienar a nadie ni tan siquiera rebatir sus opiniones. Cada cual es dueño de sus decisiones. Nadie está en posesión de la verdad y la razón absolutas. En el asunto del aikido, en su significado y finalidad, hay grandes discrepancias, incluso entre personas que llevan practicando y estudiándolo durante muchos años, y que han bebido de las fuentes más directas. ¿Quién mejor que el Fundador para aclarar las dudas?, ¿qué voz puede estar más autorizada? Muchos de sus propios discípulos, de sus alumnos directos, incapaces de entenderle, sacaron sus propias conclusiones y siguieron sus propios caminos.

Esto en el fondo no es en absoluto criticable; lo que pone un pero a esta conducta, es que al difundir el aikido lo hicieron proporcionando a sus seguidores sus particulares opiniones sobre el aikido, modificando, incluso contradiciendo y rechazando las palabras y enseñanzas del propio fundador de este arte. No pretendo, como ya he dicho, alienar a nadie, ni pretendo cambiar sus opiniones, pero me siento en la obligación para con vosotros y para conmigo mismo de transmitir la palabras de O´Sensei Morihei Ueshiba.

Yo, al igual que la mayoría, anduve durante muchos años, practicando sin encontrar respuesta a las enigmáticas palabras de Ueshiba, y aunque de fijo en múltiples ocasiones, me equivoqué, llegué a la conclusión de no tratar de interpretar lo que no entendía y traspasar las enseñanzas tal y como las dejó escritas el Maestro. Con el tiempo, tuve la inmensa suerte de encontrarme con un Verdadero Maestro espiritual y mis dudas quedaron aclaradas, al menos en lo que se refiere a la interpretación intelectual de las enseñanzas del Fundador del Aikido.

Por este motivo me permito incorporar algún matiz por si puede servir de ayuda a la comprensión. No obstante, os recomiendo que prestéis vuestra principal atención a las palabras de O´Sensei, que son las fetén, luego, sacad vuestras propias conclusiones, pero no os llaméis a engaño, sed muy honestos y sinceros con vosotros mismos.

Practicar cómo os parezca bien, pero que os quede claro cuáles son el significado y el propósito del Aikido.

“El propósito del Aikido es poner en práctica misogi. Misogi es aiki, aiki empezó con misogi”.

“En aikido queremos practicar para realizar misogi”. “El aikido surgió para el misogi”. “Todas mis técnicas son misogi”. (O’Sensei).

Pero:

¿QUÉ ES MISOGI?

En gran parte de las definiciones que suelen darse de misogi se describen solo sus aspectos externos: es una serie de abluciones practicadas desde la antigüedad por los sintoístas para lavar la suciedad de sus cuerpos antes de los rituales o las visitas a los santuarios y templos. Algo parecido practican los musulmanes antes de entrar a orar y, seguramente, la ceremonia cristiana de persignarse con agua bendita antes de la asistencia al rito de la misa, sea una reminiscencia actual de aquel uso; en su tiempo, a parte de su significado profundo, tenía un indudable valor profiláctico. Hay unas pocas opiniones que profundizan un poco más y llegan a definir misogi como un medio usado por monjes y guerreros, para purificar su mente, dejarla libre de pensamientos y entrar al combate o los ritos sin interferencias, suposiciones ni prejuicios.

Todas estas explicaciones son ciertas, pero solo parcialmente. 

Dice Morihei Ueshiba:

Misogi transcurre en los tres niveles de lo Manifiesto, lo Oculto y lo Divino –físico, mental y espiritual-, y endereza las cosas”.

“Purificaos –añade-. Nuestro trabajo es como el loto que surge del fango. La unión de la materia y el espíritu es la esencia de budo. Para proteger la naturaleza debemos limpiarnos de todos los engaños. No debemos ser egoístas ni codiciosos”.

 

Ahí va la transcripción de las palabras del Fundador explicando su completa concepción de misogi:

“Según la teoría de kototama, mi-so-gi se explica de la siguiente manera: mi es agua, yin, plenitud, fruta, camino y joya; so es viento, lo que abarca, lo que envuelve y está envuelto y gi es viveza y penetración, blancura, decoloración, eliminación. En resumen -explica-, misogi es la limpieza de todos los engaños, la eliminación de todos los obstáculos, un estado radiante de pureza sin adornos, la obtención de todas las cosas, un estado vibrante de virtud divina, un universo inmaculado. Misogi pone al descubierto nuestra verdadera naturaleza divina”. (O Sensei)

 

Albert Einstein dijo:

“Lo que llamamos realidad no es otra cosa que la capacidad de engañarse que tienen nuestros sentidos”.

Es más que sabido que casi la totalidad de los actos y comportamientos del ser humano son fruto de su inconsciente y su preconsciente, dice ser libre pero está aprisionado entre las garras de su psiquismo. Lo que llamamos personalidad no es más que algo prefabricado totalmente influido por el trato recibido de los padres y el entorno de la infancia.

Conocerse a uno mismo es conocer los rasgos y características de esa personalidad síquica y prefabricada que te gobiernan. Creo decidir, pero en realidad, los que deciden por mí son los condicionamientos a los que me he visto sometido, principalmente, durante la infancia y la  adolescencia.

¿Cómo han enraizado en nosotros esos condicionamientos?, por reiteración.

Las conexiones neuronales se forman, a base de repetirse.

El misogi que nos permitirá ir poniendo al descubierto nuestra verdadera naturaleza divina, consiste en ir desechando las viejas y condicionantes conexiones neuronales y crear otras nuevas que estén más en consonancia con los principios de armonía y amor que decimos seguir. A fuerza de repetirlas; insistiendo en estas y desechando las otras, situándonos tras las que nos asaltan para apartarnos de los nuevos hábitos de armonía, humildad y amor, y devolvernos su dominio en cuanto aparezcan, y dirigiéndolas con amor.

Dicen que Jesús dijo a sus discípulos: “No me llaméis maestro hasta que comprendáis por completo mi propósito y seáis capaces de vivir de acuerdo con su verdadero significado”.

¿Podremos decirnos discípulos de algún maestro o adeptos de una filosofía, disciplina o escuela si no seguimos lo que estas nos enseñan?

¿De qué sirve una enseñanza si no se pone en práctica, si no se aplica?

“Misogi es la limpieza de todos los engaños, la eliminación de todos los obstáculos, un estado radiante de pureza sin adornos…”

Sin adornos humilde y sinceramente; no nos dejemos engañar de nuevo, ¡no valen justificaciones!

¡Ese es el sendero del Aiki!

Cerremos con las palabras de O’Sensei:

“El aikido surgió para el misogi” “El propósito del Aikido es poner en práctica misogi”.

 

 Lucio Álvarez