Reflexiones III

 

“Tan pronto como

te ocupas del “bien”

y el “mal” de tus semejantes,

creas una abertura en tu corazón por la que entra la malicia.

Examinar, competir y criticar a otros te debilita y te derrota”. (O Sensei)

 

 

Tercera y última parte:

  

Mírate, ¿eres perfecto? No, ¿qué derecho tienes entonces a criticar o corregir a nadie?

Mírate, ¿eres perfecto? No. Para serlo te

falta el resto del Universo.

 

 

Si lo analizamos un poco, nos daremos cuenta de lo vacuo y trivial que es eso de ‘tener razón’ y tratar de corregir a los demás.

 

Una anécdota que puede servir de ejemplo; y varias reflexiones más:

Hace algún tiempo comentaba con una amiga el hecho de haberme encontrado con un Maestro espiritual Verdadero, Realizado, Completo, de mi devoción a él y sus enseñanzas. Para tratar  de explicarle qué era un Verdadero Maestro le puse el ejemplo de Jesús. Comenté cómo le amábamos sus discípulos, qué amorosa energía se desprendía de él, y otras cosas por el estilo. Ella, un tanto perpleja y molesta, dijo que no era capaz de comprender cómo se podía adorar –adorar fue la palabra que empleó- a un hombre. Hace algún tiempo de esto y no me he preocupado de mantener vivo al pie de la letra el recuerdo del hecho, pero aproximadamente vino a decir, que le parecía poco menos que un pecado el que unos seres humanos adorasen a otros, a excepción hecha del Maestro de Galilea. Un par de días después de esta conversación, paseando, tropezamos con un grupo procesionario que llevaba a hombros la pequeña imagen de una virgen. Mi amiga, inmediatamente, se postro de rodillas al paso de la imagen y muy devotamente se persigno.

 

Vaya esto por delante: ¿Qué cada cuál haga lo que le parezca bien? En la senda del amor y la armonía no vamos a ocuparnos más que de nuestro propio misogi, ¡debemos preocuparnos solo de nuestro propio misogi! En cuanto tratemos de corregir a los demás creamos una grieta por la que sale el amor y penetra la malicia. Nos estaremos saliendo de la senda ¡Jamás hemos de crear disturbios! En la Vía del Amor caben todas las creencias. Teniendo esto bien en cuenta, vayamos a las reflexiones:

 

El ser humano ha sido creado por Dios. Las imágenes las creamos los humanos, ¿qué puede ser más sagrado y más digno de respeto y devoción? ¿No dicen acaso todas las religiones -al menos todas las que conozco- que el ser humano está creado a imagen y semejanza de Dios? ¿No reside Dios en todos los seres humanos, no es su energía sutil (Espíritu Santo, Kototama, etc.) lo que anima, lo que da vida al ser humano y a todos los seres creados?

 

“Todas las criaturas vivientes poseen el alma del verdadero Dios.” (O Sensei)

 

Jesús, el Maestro de Galilea, hizo una llamada: “Amaos los unos a los otros”. Tras más de dos milenios este llamamiento es mucho más perentorio que nunca ¿Es amar a los demás ver impasibles -¡¡¡cuando no lo justificamos y defendemos!!!- cómo seres humanos, hombres, mujeres y niños creados por Dios, sufren hambre, guerras, matanzas, mueren ahogados a unos pocos pasos de nuestras playas? ¡Impávidos y satisfechos de nosotros mismos, nos bañamos en las aguas infestadas de nuestros propios cadáveres; lucimos nuestros bronceados cuerpos y el último modelo de bañador bajo los rayos del mismo sol que han abrasado a cientos de miles de seres humanos creados por Dios, mientras buscaban una mejora de sus condiciones de vida! Ufanos, jactanciosos, exhibimos en nuestras manos lo último en tecnología móvil, sin importarnos lo más mínimo lo que se encuentra detrás: los centenares, miles de semiesclavos trabajando en condiciones infrahumanas, explotados, lisiados y muertos que hay en las minas de coltán. ¡Codicia, inhumanidad! Nos servimos cotidianamente de minerales sacados, a costa de la sangre de nuestros iguales en las minas de estaño, tungsteno, tantalio, oro, diamantes, y la nueva estrella de los minerales de sangre, el coltán. ¡¿En aras de qué razón, de qué principio cristiano, humano, de qué amor y unidad, negamos sistemáticamente el pan y la sal a quienes, necesitados, urgidos por la miseria, el hambre, el sufrimiento, la explotación o la muerte, provocadas o consentidas por nosotros mismos, llaman a nuestras puertas? ¿Cómo podemos ver y consentir impertérritos la trata de seres humanos, el abuso de la mano de obra semiesclavizada, el uso de niños para la guerra y la prostitución, las hambrunas, los delitos contra la naturaleza, tantos y tantos crímenes, tanta crueldad hacia toda forma de vida…?

Yo vi llorar a Dios

Y al preguntar por qué lloraba

me contestó el Sr.

que por nosotros se apenaba,

porque ya no seguimos

sus santos mandamientos

y nuestros pensamientos

se alejan de su amor.

Me habló con triste voz

de tanto niño abandonado.

De la miseria cruel

de tanto pueblo destrozado.

¿Por qué si le queremos,

si le necesitamos,

por qué no terminamos

de hacer llorar a Dios?” (Julio Jaramillo)

 

¡Consentimos únicamente en aras del “qué no me toquen lo mío”, del egoísmo extremo! ¡Pobrecitos, sí, pero de lejos! ¡Nunca será verdad que compartir, sentimientos, amor y haberes, nos vacíe o prive de ellos! No hay que temer de la solidaridad. La Belleza, la Armonía y el Amor, la Unión, son inagotables, sus almacenes rebosan eternamente, cuanto más des más recibes. ¿A qué hemos de temer entonces?

Pero es que, además, no ha de movernos a corregir nuestra actitud egoísta el pensar que también nosotros podamos llegar a encontrarnos en circunstancia similares ¡Nunca se sabe de dónde ni cuándo van a llegar los palos! En realidad,  todos los pueblos del mundo, nos hemos visto en situaciones iguales o muy similares. No obstante, no ha de movernos el dar hoy para poder recibir cuando estemos faltos. Debe movernos solo la certeza de que ¡nada es nuestro! ¡No soy propietario de nada solo soy un huésped de paso! ¡Todos somos hijos de Dios! Dios está en todos y cada uno de nosotros. ¡Todos tenemos los mismos derechos!¡Ni soy más que nadie ni tengo más o mejores derechos que nadie! Debe movernos a corrección el Amor per se.

 

Sigamos reflexionando: Si desde nuestro actual plano de consciencia no somos capaces de percibir la divinidad.

 

El Tao que puede conocerse no es el Tao.

El Tao que puede ser expresado

no es el verdadero Tao.

El nombre que se le puede dar

no es su verdadero nombre.(Tao te King)

 

Si Dios carece de forma, ¿a semejanza de quién se han creado las imágenes de santos y dioses? ¿Están vivas?, ¿qué energía las anima?

 

Igual que fronteras y banderas, las imágenes, de dioses y santos de todas las ‘religiones’ del mundo, han sido creadas por nosotros. Y deberían ser símbolos que nos sirvieran para recordar, en religión, la verdadera espiritualidad, la que realmente nos transmitieron y transmiten los Maestros Completos; y en lo social, la solidaridad con todos los seres de la creación: Belleza, Armonía, Amor, Unidad.

 

¡¡¡“Amaos los unos a los otros”!!!

 

Defendemos las imágenes, edificios (iglesias, sinagogas, mezquitas, gurdwaras…) o libros creados por nosotros mismos, con nuestras vidas –propias y de otros- que son las que realmente son sagradas, pues son obra directa de la Divinidad, la misma Divinidad que tratamos de representar en esas obras.

 

“y cada piedra querida
guarda mi amor más profundo,
no hay una piedra en el mundo
que valga lo que una vida”.

 

Y además, ¿por qué ha de ser incompatible el amor a mis ideas, mis ciudades, mis monumentos, o cualquiera de las cosas que llamo ‘mías’ -aunque no lo sean-, con el respeto y aceptación a los amores de otros, a sus ideas, ciudades, monumentos, o a cualquiera de las cosas que llaman ‘suyas’, -aunque no lo sean-?

 

Por defender nuestras tendencias religiosas o políticas, ¡hasta deportivas!, insultamos, ofendemos, rompemos las relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, odiamos incluso a quienes hace poco amábamos. ¡Llegamos a matarnos entre nosotros!

 

Según tengo entendido, en uno de los enfrentamientos programados por grupos de ultras del futbol -creo que rusos-, murieron varias decenas de personas, al parecer más de setenta. ¿¿¿??? Echo mano a los signos de interrogación porque soy incapaz de encontrarle adjetivos a este hecho.

 

¿Con qué derecho? ¿Qué hay más importante que el Amor y la Armonía? Por mucho que ame un edificio, una ciudad, una idea, esas cosas que considero sagradas –¡estamos desbordados por lugares y objetos ‘sagrados’!-,  ¿qué puede ser más sagrado que la vida otorgada por Dios a todos los seres?

 

Repito, ¡insisto!: Este texto no es un panfleto, no trata de difamar o combatir ninguna ideología, nin-gu-na. Todas caben en la senda del Amor. En el fondo de todas ellas podemos encontrar el Amor si logramos que sea el Amor, en lugar del ego, quien reine en nosotros, en nuestros pensamientos, palabras y obras. Imparcialidad. Estas letras son únicamente una llamada a que reflexionéis y decidáis. Si me dejo llevar por la indignación que puedan producirme palabras pensamientos o actos distintos a los míos, si mis ideas, han de prevalecer sobre otras, imperativamente, fanáticamente, si mis palabras y mis actos intransigentes (dentro y, sobre todo, fuera del tatami) resultan ofensivos para otros, ¿estaré siguiendo el sendero del Takemusu Aiki?, ¿o estaré creando mas conflicto y mas separación? ¿Qué me diferenciaría entonces de aquellos a quienes me opongo tratándolos de incultos, idólatras, intransigentes o fanáticos? ¿No me estaré comportándonos de igual manera?

 

El Kototama, Shabad, Tao, Kalma, Verbo, Espíritu Santo…, es la energía que todo lo anima y sustenta. Todo está creado por ella, ella está en todo. Dice la Biblia:

“Al principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por él y sin él no se hizo nada de cuanto existe.
En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”.

Lo mismo decía el Fundador del Aikido:

“Todas las criaturas vivientes poseen el alma del verdadero Dios.”

 

Mirad la Belleza del Universo, de la Naturaleza, superad vuestras limitaciones, ¡no las tenéis! La Belleza, la Armonía y el Amor son ilimitados, dejad que inunde vuestros sentidos más profundos, vuestros corazones. Mirad a todos los seres vivientes como lo que son realmente: Kototama, Shabat, Espíritu Santo, vibración de la energía de Dios. Mirad a vuestro interior y destacad la Belleza de vuestra esencia. Mirad la profunda Belleza del Aikido y destacadla igual en los demás. La persona que tenéis enfrente no es un enemigo, un competidor, sois vosotros mismos. Su bondad o su maldad, sus virtudes y sus defectos, sus derechos y sus obligaciones, son los vuestros. ¡No hay diferencia! No os quedéis en la superficie. Y en cuanto aparezca la serpiente maligna situaos a su espalda y absorbedla con amor en la Imparcialidad. La tendencia natural de la energía no es enfrentarse, sino unirse.

 

Hagamos un alto para explicar la enorme diferencia que hay  en la atracción entre la energía y el robo de la misma. Quizá nos ayude a hacernos una idea de lo que debe ser la verdadera relación energética:

Un Maestro Completo es un ser humano que se ha despojado totalmente de todos los deseos y condicionamientos mundanos. Sigue estando en un cuerpo, sigue teniendo necesidades fisiológicas, pero a nivel espiritual es Uno con la Divinidad. Cuando estás en su presencia es frecuente sentirse atraído hacia él –en realidad hacia la energía primigenia que él proyecta- de una forma que no solemos haber experimentado antes en ninguna otra circunstancia.

 

Por el contrario el robo de la energía que fluye entre seres humanos ‘corrientes’, no evolucionados espiritualmente o aún poco evolucionados, produce –como mencionamos anteriormente- en el que roba una sensación de fuerza, de vigor, de robustez y predomino sicológico que proporciona cierta euforia. Normal, su energía ha aumentado y eso es muy satisfactorio para el ego. Si analizamos nuestras sensaciones cuando ‘ganamos’ una discusión –solemos llamarlo convencer- y/o doblegamos la voluntad de otro en cualquier campo, veremos que eso es lo que sentimos. Una cierta euforia y un fortalecimiento de nuestro ego. Por ende, la sensación del ‘robado’, aún cuando pueda parecer ‘convencido’ y ‘aceptar’ su derrota, será de ‘bajonazo’: abatimiento, humillación, frustración,  miedo, insatisfacción, descontento y debilidad. De ahí que quiera y pueda llegar a revelarse, violentamente incluso, contra quienes le han derrotado, pues su ego también necesita ‘alimentarse’, reafirmarse. La relación entre ambos es, en definitiva, una relación violenta, de conflicto. Competitividad.

 

Cuando nuestra energía es atraída por un Maestro Realizado Completo -completo puesto que ya ha alcanzado la máxima evolución-, nunca es robada. Es la propia energía la que se atrae, desea juntarse, reunirse. La sensación suele ser de una rara debilidad que quienes la experimentan la describen con expresiones como: “La vida se me escapaba” “Mis piernas no podían sostenerme” “Toda mi energía se iba tras él”…, y frases por el estilo. ¡Normal! El Kototama se necesita así mismo, tiende inevitablemente a reunirse, a ser Uno. Hombres y mujeres, grandes y fuertes, caen al suelo y se  echan a llorar inconteniblemente como si de niños indefensos se tratara… Pero nunca se sienten derrotados, tristes o humillados, muy al contrario, siempre es una sensación enormemente grata, vivificante, algo que, una vez se ha experimentado, nuestra mente y nuestro espíritu  anhelan fervientemente repetir. Es una relación de Armonía, de Amor, de REUNIÓN. La Energía esencial –Kototama– que nos da realmente vida a cada uno de nosotros y que se manifiesta en el Maestro, en el auténtico Santo, desea, ansía volver a sí misma, reunirse. Religión, religare, volver a atar lo que los engaños de nuestras sensaciones físicas a desatado. En absoluto sentimos necesidad de ganar, de prevalecer, de robar, sino necesidad de Amar.

 

Empecemos a comprender lo nocivo de las pugnas –ya sean conscientes o no- y a superarlas, y empezaremos a acabar con los conflictos. Ese es el primer paso de nuestro misogi: desechar de nuestra mente todo deseo de competir, evitando cualquier tipo de conflicto, físico, moral, sicológico o espiritual.

 

¡Masakatsu Agatsu Katsuhayabi!

 

Es a nuestro ego a quien tenemos que vencer, es a nuestro intelecto al que tenemos que educar y convencer, a nuestra mente a la que tenemos que corregir, aquí y ahora, y siempre con amor. En eso consiste el misogi y esa es la misión del aikidoka.

 

“El secreto del Aikido es expulsar toda la maldad de nuestro corazón…” (O Sensei)

 

¡Del nuestro!

 

“El Aikido es la manifestación del Amor. El Amor nunca lucha. El amor no tiene enemigos. Todo aquello que crea enemigos o disputas no es la Mente Universal”. (O Sensei)

 

Por el Misogi el Aikido es lo que es: una vía espiritual. Pero todas las Vías para ser completas necesitan de un Maestro Completo. ¡Cómo cambia la percepción de las cosas cuando se siguen las enseñanzas espirituales de un Maestro Verdadero yendo de su mano! Todo se ilumina. La concepción del mundo, del universo, el sentido de la vida, todo se va aclarando, cobrando una nitidez indiscutible. El Amor se hace patente, necesario, ¡inevitable! 

 

“Para mantener la tranquilidad, hay que experimentar la Unidad con Todo. En este caso, no podrán aflorar los falsos deseos egocéntricos”.(Tao te King) 

 

“Para practicar plenamente el arte del Aikido, debes calmar el espíritu y regresar al origen. Limpiar el cuerpo y el espíritu retirando malicia, egoísmo y deseo”. (O Sensei) 

 

La mayoría de vosotros no tiene la suerte de estar bajo la guía directa de un Maestro Completo. Pero todos la tenéis por estar en manos de algunos que sí dependemos de su guía directa. ¿Os habéis preguntado por qué estáis en esta escuela?, ¿qué os ha traído aquí? No seríais los primeros de esta escuela que han llegado al Maestro a través de ella. 

Yo os hablo de Amor, de Espiritualidad, y  evidentemente no soy un maestro completo, entonces, ¿por qué lo hago, por qué insisto tanto, por qué siento la obligación, ¡la necesidad! de hacerlo, de difundir el mensaje místico del Aikido? ¿Por qué estoy también yo aquí? ¿Por qué nos hemos encontrado? ¡Nada en porque sí!

Desde luego, aunque sé a ciencia cierta que todo surge de él, no pretendo, ni mucho menos, arrogarme ningún privilegio ni potestad. Por otro lado, como podemos leer en la Biblia:

 
“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero sí la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.» (Mt 5,13-16)

No se debe tapar la lámpara que se ha encendido con el fin de iluminar. Si bien es cierto que no debemos alardear, ni darle tres cuartos al pregonero, ni lanzar a los cuatro vientos, sin ton ni son, el mensaje de los Maestros, no lo es menos que ha de difundirse. Ueshiba insistió en la obligación de transmitirle al mundo el mensaje del Aikido. Una prueba: alguno de vosotros ya dependéis directamente de un Maestro Completo. Es una maravillosa oportunidad de la que disponemos en nuestra escuela. Pero siempre, siempre, cuando cada cual lo crea pertinente, cuando se sienta lo bastante atraído, cuando madure. Es un proceso y una decisión estrictamente personal.

 

Tampoco quiero convenceros de nada. Solo os pido que reflexionéis, que sepáis dónde os metéis, que seáis sinceros con vosotros mismos y fijéis vuestras prioridades. Yo, únicamente os expongo temas que puedan ayudaros en vuestras consideraciones. También aquí la decisión ha de ser solo vuestra. No se pide, ni se quiere que tengáis fe ciega. Únicamente debéis tener fe en la fórmula para poder ponerla en práctica. Pero los efectos de la prueba son algo que debéis experimentar por vosotros mismos en vosotros mismos. El convencimiento, o no, depende de cada cual. Por eso os pido que estudiéis seriamente el mensaje del Aikido y que si decidís seguirlo lo hagáis de verdad. Ni al Aikido, ni a mí podréis engañarnos, pero sí a vosotros mismos, y eso es lo que más puede dolerme, vuestro autoengaño. No hagáis de vuestra existencia un ‘postureo’, una farsa. Si de verdad entendéis qué es el Aikido y qué representa ser verdaderos aikidokas, trabajad constantemente el misogi. Hay que desmontar las farsas que nos hemos creado. No os dejéis arrastrar por los convencionalismos, por las falsa ideas y los falsos sentimientos, la única realidad es el Amor, la UNIDAD. ¡Misogi! Solo así podréis libraros de las mentiras con las que el ego nos esclaviza y ser plenamente libres. Puede que el camino de la liberación parezca difícil e ingrato –esta sensación es igualmente un engaño del ego, lo cierto es que es sumamente sencillo-, pero a medida que vayáis avanzando por él todo cobrará auténtico sentido. Necesitamos coger suficiente altura. Ahora:

 

“Cada uno de nosotros debe limpiar su propio corazón pensar siempre en el bien de los demás”.

(O Sensei)

 

 

Es hora de dejarnos de palabrería:

 

“La armonía verdadera

es mucho más

que una palabra escrita o una expresión.

No la debatáis eternamente.

¡Aprended a hacerla realidad!”

(O Sensei)

 

Espero de corazón que para cuando salga de talleres hayáis tenido tiempo de reflexionar, de entender de verdad qué es el Aikido y qué significa ser aikidoka y de haber fijado vuestras prioridades. Y que si decidís seguir este camino en esta escuela, lo hagáis sinceramente. No os quepa duda que este texto que os llama a recapacitar se ha escrito de corazón a corazón.

 

Quiero despedirme con las mismas palabras de Ueshiba Sensei con las que me despido en el libro La Belleza del Aikido ¿Habéis elegido seguir el sendero del Aiki? ¿Sí?, entonces:

 

“Ahora, es esencial que no olvidemos nuestra tarea divina: practicar la compasión, radiar luz y existir como hijos de Dios”.

(O Sensei)

 

Ahora es tiempo de no olvidar nuestra verdadera tarea: la tarea divina de destacar la Belleza, desarrollar la Armonía, irradiar luz y dar paso al Amor.

 

Espero que para cuando salga de ‘talleres’ ya estéis andando esa senda. Aunque lo cierto es que desde que distéis el primer paso en esta escuela, estáis en ella.

 

    ¡KOROKARA KOKOROE!

 

En S. Lorenzo de El Escorial a 21/06/2018

Lucio Álvarez Ladera

 

P.D. Para no alargar más este artículo, ya de por sí extenso, una recomendación: Leed detenidamente las págs. 85-86-87 del libro El Corazón del Aikido de O Sensei.