LA ÚNICA CIMA, EL ÚNICO PUERTO

 

“Hay muchos caminos que llevan a la cima del Monte Fuji, pero solo hay un pico: el Amor”. (Morihei Ueshiba)

 

No va a ser este un artículo demasiado largo -no temáis-, lo justo para destacar cuál es la actitud, el comportamiento, la pauta a seguir por los auténticos caminantes de la Vía. La ética, basada en la Unión -Toko-Iku-, que debería adoptar un aikidoka.

Un guerrero de la Luz no debe dejarse arrastrar por las mismas pasiones y deseos que empujan los pensamientos, las palabras y las acciones de los que no siguen la Vía, sino, ¿qué diferencia habrá?

“Pero yo os digo a vosotros, los que me estáis oyendo: Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le impidas llevarse también la túnica. Dale a todo el que te pida; y no reclames nada de quien intenta quitarte lo tuyo. Y de la misma manera que queréis que os traten los hombres, tratadles vosotros también a ellos. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que les aman. Y si hacéis bien a los que bien os hacen, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos lo correspondiente. Vosotros, en cambio, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio […] y así seréis en verdad hijos del Altísimo; que él es bondadoso aun con los desagradecidos y malvados. Sed misericordiosos como misericordioso es el Padre.

 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados […]

 ¿Por qué te pones a mirar la paja en el ojo de tu hermano, y no te fijas en la viga que tienes en tu propio ojo? […] ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”. (Lucas, 6, 27 y otros)

 ¡Qué hermosa descripción! Y qué precisa. Es puro Toko-iku, al margen de cualquier credo. ¿Qué va a cambiar si yo no cambio? Si mis pensamientos, mis palabras, mis acciones y reacciones no cambian, ¿qué diferencia habrá? Si me ofendo y enervo, si me indigno, si respondo al insulto con insultos, a la violencia con violencia…

Unas frases incluidas en La Belleza del Aikido:

“Crear disturbios en este mundo es el peor de los pecados. Limpiad vuestro corazón y liberad vuestros sentidos; entonces podréis actuar libremente sin obstrucciones y el camino espiritual se volverá claro”. (Morihei Ueshiba)

“Dejemos de ver la paja en el ojo ajeno. Si algo he de ‘limpiar’ es mi propio corazón, si algo tengo que corregir es mi propio rumbo”. (L.A.L.)

¡Cuántas veces lo hemos dicho!: Si cada uno nos ocupásemos de ser mejores personas, nosotros mismos, en lugar de tratar de corregir a los demás, cuántas más buenas personas habría en el mundo.

 En respuesta a la queja que un discípulo hacía sobre el comportamiento de otros, que según él atosigaban al Maestro con cuestiones completamente inanes, el Maestro dijo:

“¿Eres perfecto?, ¿no, verdad? Entonces, ¿cómo te permites juzgar a nadie? Todas las personas que vienen a mí, merecen mi máxima atención. Antes de juzgar a otros preocúpate de mejorarte a ti mismo”.

Cada uno es su propia tarea, la que tiene asignada. Yo soy el barco que he de gobernar. Y tanto en la bonanza como en la tempestad debo dirigir la proa hacia el puerto de destino. Y solo hay un puerto donde guarecerse, un destino que alcanzar: el Amor.

Cuando nos sintamos decepcionados por la inesperada actitud de algún alumno, compañero o  amigo -¿supuestos alumnos, compañeros y amigos, quizá?-, preguntémonos de dónde viene esa decepción:

¡Expectativas! ¡Conjeturas! ¡Suposiciones!

Las cosas son como son, las gentes son como son. No tenemos, ¡ni debemos tener!, ningún control sobre ellos. No nos corresponde tenerlo. Es parte de la vida; parte de la Vía.

¿No somos una Unidad? ¿No formamos parte de un Todo indisoluble? ¿No es el Aikido armonía y amor? Cuanto sucede en nuestras vidas es para nuestro mejoramiento, ¿por qué decepcionarnos entonces? ¿Por qué indignarnos si nos duele una muela o si nos insulta un supuesto amigo, o si nos deja un amor, o si, o si, o si…?

Ninguna de las cosas de este mundo es eterna; nada perdura; nada tiene, por tanto, existencia real: ni posesión, ni carestía; ni amistad, ni enemistad; ni fidelidad ni infidelidad; ni amor, ni desamor…, nada. El mundo no da, presta. Tendremos que devolvérselo todo. Nada, absolutamente nada, nos llevaremos. Solo ese Amor, Energía o Espíritu al que se refiere O Sensei en sus palabras, es perdurable y real.

“El cerebro se inventa un mundo, cada uno de nosotros ve un mundo distinto [.] Puede que el cerebro genere un mundo virtual que es la realidad que cada uno de nosotros ve”. (Rafael Yuste, neurobiólogo)

¡Expectativas! ¡Conjeturas! ¡Presupuestos! ¡Prejuicios! ¡Condicionamientos!… Realidad virtual. Ilusión.

Somos aikidokas, aprendices de la Vía del Amor. Nuestra tarea es practicar y difundir esa armonía y ese amor de los que nos habla el Fundador: Amemos aunque no nos amen;  demos sin esperar recibir… Dar es hacer que voluntariamente una cosa que es propia pase a ser de otro. ¡Ya no es nuestra!, ¿qué podemos reclamar, entonces? Y es totalmente indiferente si lo que damos es dinero, amistad, amor… Demos lo que demos, dar a cambio de, no es dar, es intercambiar. Esa es la índole del mundo, el proceder mundano. Y la finalidad del Aikido es elevarnos de lo mundano a lo espiritual.

“El propósito del Aikido es elevarnos del mundo material al mundo del espíritu. La materia desciende, el espíritu asciende”. (M. Ueshiba)

¡Ascendamos! ¡Ascendamos a la única cima!

Amigos, no es la hora del conflicto sino la de limpiar nuestros corazones y liberar nuestros sentidos:

 “Ahora es el momento de unir al alma y el mundo. Ahora es el momento de ver la luz del sol y las tinieblas como una”. (Rumi)

 ¿Oscuridad?, ¿luz?… En la cima del monte Fuji se armonizan los contrarios. Dejan de existir. Los ‘diferente caminos’ se unen en el único pico, en el único puerto: el Amor.

Lucio Álvarez Ladera

01/02/17 S. L. de El Escorial