La crisis del aikidoka – por Paco Aguera

Crisis: definición del diccionario de la RAE.

1ª acepción: cambio brusco en una situación ya sea para agravarse o mejorarse

2ª acepción: mutación importante en el desarrollo de procesos de orden físico, histórico o espiritual

3ª acepción: momento decisivo de un negocio de consecuencias importantes

 

         Me apetece compartir mi experiencia, en cuanto a fases en la práctica se refiere, partiendo de una idea muy personal (redundantemente ¿?); el practicante de aikido sólo en una ocasión , una sola vez,…tiene algo muy, pero que muy claro (por tanto no está en crisis, je). Es al finalizar la primera o segunda clase y decide entre dos caminos: o bien no le gusta y por tanto no continúa,  o le encanta.

         Este segundo camino conlleva una afirmación categórica, basada en la visión prístina y diáfana que ha ido tomando forma en su cabeza durante esa primera práctica (al menos es lo que me pasó a mí)…está absolutamente convencido y hasta incluso se convierte en vehemente paladín  en la defensa de su convicción de que “en  cuanto consiga dominar el centro va a ser el mejor aikidoka de la historia, vamos que si me viese O´Sensei diría que por fin hay alguien a su altura”. 

         Puede ser tan simple como eso (evidentemente no lo de O´Shensei) cuando nos centremos…..pero tiene tantos meandros el recorrido…cuesta tanto conseguirlo, lo hacemos tan difícil….

         Qué iluso al pensar con esa simpleza, “domino el centro, voy sin intención, me relajo y se acabó”  así de fácil ¿fácil?….es eso (entre otras cosas), pero qué difícil es poderlo hacer.

 

         …..Y tras esta única y definitiva iluminación comienzan las crisis, como no podía ser de otra forma. “¿Dónde está el centro? (esta pregunta nos la hacemos con un mes de práctica pues evidentemente estamos preparados para centrarnos en hara…¡animalico!) ah! sí, debajo del ombligo, ¿o es en el pubis?, lo mismo en el esternón…por ahí anda.

         Hay más por cierto… ¡¿cómo se agarra? ¿cómo pongo la mano? …y como además tengas que poner los pies ni te cuento,  ¿dónde está la otra derecha?…!

         Estas preguntas son de fácil respuesta…si la encontramos…al costarnos, decidimos olvidar el centro y nos centramos en llevar al compañero…pero bien llevado….que si no, no es aikido…o que tori se tenga que esforzar….”que me lleve…pero de verdad”¡Ala, ahí que voy, más duro y fuerte que…la hormiga atómica!.

         En este punto llevamos unos 3 ó 4 meses y comenzamos a pensar que no es tan fácil y que algo estamos haciendo mal…“o no, ¡qué leche! es uke que no viene, o tori que no me lleva (claro ¡cómo soy más fuerte que superratón!)

 

         Ya llevamos  4 ó 5 meses, y el Maestro nos empieza a sacar para mostrar a los compañeros las técnicas que vamos a practicar, pensamos “oh! vaya! soy el elegido”  “ha visto algo en mí”…y claro como estás más tenso que un nervio y además, valga la redundancia, nervioso…recibes la del pulpo.

         A la primera proyección o control la asfixia se apodera de ti, por lo que vas más retrasado, no te unes…, y va encima el Maestro y te dice “relaja”,(¡cómo si no tuvieras bastante!)… pero con más ahínco aún piensas “toma relajación“ y te vas dejando caer, y el Maestro te dice “no te anticipes” y piensas de nuevo “vale no me anticipo y me relajo”… y en esas estás cuando el atemi que está solamente marcando el Maestro te lo zampas y te atemizas tú sólo….y por fin…cuando el corazón va a estallar….el Maestro te mira…saluda…te sonríe ( con esa sonrisa cómplice, que tranquiliza, él sabe por lo que estás pasando)…le saludas, ¡con cuidado! que como bajes mucho te caes al suelo,…y te diriges a un compañero para practicar, resoplando, sin aire… y con riesgo de incontinencia fecal ¡leche, te has pasado un minutazo con el hara revuelto!.

 

         [Nota: No pretendo hacer burla a nadie, y si fuese así, de mí sería el primero. Estoy seguro que no hay compañero alguno que cuando practica con el Maestro no ponga todo su empeño en hacerlo lo mejor que sabe.]

 

         En nuestro 5-6 mes andamos cuando parasitan aprovechándose de nosotros, en simbiosis, alimentándose entre sí para su propio beneficio tres bichitos: rigidez, tensión y las supremas ganas.

         Así, van consumiendo al aikidoka hasta sumirlo en la desesperación (bueno, no tanto). Esta fase es muy larga, quizá hasta el primer año, a veces más a veces menos. 

         En este periodo, hemos visto que los de mayor grado en ocasiones se dificultan (a falta de una mejor palabra) la práctica de algunas técnicas entre ellos. Evidentemente es para mostrarse los fallos y ha sido puntualmente aconsejado por el Maestro. Pero lo vemos desde fuera y pensamos “jo! Pues yo también le voy a poner en dificultades”: te pones muy, muy fuerte y no le dejas que se mueva… ¡animalico! Un tori te dice “vas muy fuerte…relaja” y piensas “jo! No puede conmigo y por eso me lo dice”. Otro tori, con un poco más de experiencia, dirige en función de la pauta de fuerza que tú le das y piensas “claro, si me cambias la técnica”…¡lastimica de uke!

         ¿Cuándo acaba esta fase? O al menos ¿cuándo nos sentimos algo mejor?….cuando de tanto repetir las técnicas, sabes algunos gestos básicos, mínimos necesarios para, yendo relajado, ser consciente de que lo haces no tan mal como hasta entonces. Son 2 ó 3 las técnicas que crees que haces algo mejor, pero este punto es suficiente para, si tienes capacidad, concluir que si haces lo mismo con todas las técnicas, ir relajado, es posible que te sientas menos torpe.

 

         Bueno, como he dicho esta fase se extiende por muchas sesiones de entrenamiento, pero yo vislumbré la luz con el examen de hakama (1º kyu).

         Hasta ese momento pensaba que sería ponerme la falda y ¿salir del armario?, pero no amigo, de los tres bichos: las ganas siguen, cierto que quizá ya hayamos podido domarlas un poco (definitivamente para mí son el principal obstáculo, siempre nos han dicho que las cosas hay que hacerlas con ganas), pero por ahí andan…, la tensión se alimenta de las ganas y finalmente, la rigidez, consecuencia de las otras dos….

         …Así que los problemas siguen pero…creo que es por esa época, dos años y medio o tres de práctica (algo antes del examen de primer dan) cuando ya hemos conseguido identificarlos del todo. Es muy importante tenerlos localizados para ir corrigiéndolos….

 

 

  ….Comienza una nueva fase tras el primer grado. Grado dan que se consigue con evidente tensión en el examen, por las dichosas ganas de hacerlo bien,…pero oh! Sorpresa! La rigidez parece que es menor, casi todo el examen eres tori y si haces de uke es para un grado mayor que tú “que sí que sabe, y me lleva bien” (¿no será que ya sabemos ir mejor?) y se hace la luz ¡es cierto! El Maestro nos lo había dicho “fuera rigidez” y por fin lo experimentas (a mí me pasó en el examen, a otros les surge en cualquier momento, creo que por esa época)

         “Machote (machota)”. Por fin nos hemos dado cuenta de una cosa (por fin me di cuenta) que el Maestro repetía y repetía (…y repetía, pues mira que lo dice veces eh!) “No te preocupes y ve relajado”, pero hasta que no lo experimentamos en nuestra propia piel…pues que no es lo mismo. Con que lo vivas una sola vez ya es suficiente.

 

         Bueno…eres primer dan con ganas y tenso. En ese momento surge lo que habías apartado en los primeros meses: centro, dirigir, unión…vas notando cosillas. Pero hay algo que hace que todo se torne más serio…la HUMILDAD.

         Desde ese momento hemos de apartar nuestra necesidad de aprender, nuestras ganas, por las de ayudar a los demás a que lo hagan…por las de aceptar lo que te dice el Maestro: no poner tanta intención en mejorar (sólo practicar), no pensar en si ese día te has sentido mejor (sólo agradecer haber entrenado),….simplemente te convences de una cosa, me convencí de una cosa…

 

         …que la armonía, la unión, el amor, son el fin de toda práctica y por tanto del aikido. El aikido sincero es una buena vía que nos acerca a ellos. Probablemente, siempre lo he sabido.

         De la misma manera que llevamos dentro semillas que sabemos verdad “desde siempre”, desde no sabemos cuándo… y antes o después afloran.

         Depende de cada uno que ese arbolito que ha nacido crezca erguido, alto, frondoso, fuerte,…Ahora es cuando tengo claro que lo hará así, tanto más, cuanto más nos dejemos guiar, cuanto menos nos empeñemos en que crezca….pero ¡ay amigo!….las ganas.

 

         Aquí estoy yo, por tanto hasta aquí puedo compartir. En este punto de mi práctica soy consciente de mis rémoras, creo tener identificadas algunas de ellas, lo que no significa que pueda dejarlas atrás, deshacerme de ellas.

 

         Definitivamente identificar el origen de la enfermedad es el punto de partida para intentar solucionarla. Pero hay que tomar el tratamiento adecuado para conseguirlo. Aunque…¿y si no he hecho el diagnóstico correcto?        

 

         Cuanto antes tomemos consciencia de la experiencia que trata de trasmitirnos el Maestro, creo que asumiremos antes lo que hemos de corregir…lo que no quiere decir que podamos hacerlo fácilmente.

 

         Esta es mi vivencia, por supuesto que cada uno tendréis la vuestra, en algunas cosas coincidiremos, en otras no. Si os han servido bien, y si no, pues también…así me he desahogado.
 

Sed felices

P.D. si os sucede eso penúltimo que escribo, comprenderéis que no hay nada de “peloteo” en lo que he expuesto. 

Seguid siendo felices