EL VERDADERO GUERRERO NO ES MARCIAL … por Kisshomaru Ueshiba

The Aikido. Aikido World Headquarters, Tokyo. 1997

 

En el Volumen Sesenta y ocho del Lao Tsu está escrito lo siguiente:


 

 

El Buen Guerrero no es marcial.

Una persona buena en el combate no está enfadada.

Aquel que se gana a sus enemigos no se deja afectar por ellos

Aquel que hace un buen uso de la gente, se pone a si mismo por debajo de ella

A esto se le llama la Virtud del No-Combate;

A esto se le llama usar la fuerza de la gente;

A esto se le llama situar los extremos del Cielo.

 

El significado de este pasaje es el siguiente:

 

La persona que es buena en batalla no es ruda

La persona con la habilidad para la lucha no se pone furiosa

La persona que se gana a sus enemigos no les presta atención.

Al adherirse a estos principios se le llama Virtud.

y también se le llama usar la fuerza colectiva de la gente.

Esto permite el superar el tiempo y el espacio, y es igual a las alturas del Cielo.

 


 

 

Las palabras de una verdadera persona del Camino son verdaderamente capaces de perdurar más allá de los tiempos.

 

Aquí le encontramos, en estas palabras de Lao Tsu de hace más de dos mil años, aceptando la no-confrontación como la más alta de las virtudes. No hace falta que yo esté aquí hablando también sobre la naturaleza espiritual del Aikido.

 

Algunas veces oigo comentarios como los siguientes, procedentes de varias personas interesadas en la relativa fuerza o debilidad de un arte marcial particular: «El Aikido no es efectivo», «El Aikido no es realmente nada especial», «El Aikido es básicamente débil, razón por la cual ellos siempre hablan sobre el corazón y el espíritu», etc.

 

 

Incluso cuando me encuentro con pronunciamientos de este tipo, yo, sin embargo nunca me preocupo. Esto es porque la equivocada lógica en la cual estos comentarios se basan, no puede en ningún modo perturbar mi fe en los subyacentes principios del Aikido.

Uno, debe darse cuenta que introducir solo la pregunta de quién es «más fuerte» o «más débil» es por sí mismo la evidencia de que una persona se concentra solo en una faceta del Arte Marcial. Sin ninguna duda, de tales personas se reirán aquellos que tienen una verdadera comprensión de lo que aquí estoy diciendo.

Visto de otra manera, sin dirigirse a los temas del corazón y el espíritu, poco hay más en lo que las Artes Marciales tengan un verdadero significado en el mundo de hoy día.

 

De esto tengo una completa e inamovible fe. Tal como seguimos por este Camino, nosotros mejoramos como personas. Como tales, con el tiempo llegamos a contribuir como miembros de la sociedad, capaces de realizar actos que benefician a otros. La fe en este concepto es muy importante.

 

Visto desde la perspectiva de la sociedad en general uno podría incluso decir que deportes como el beisbol o fútbol

contribuyen mucho más que aquellas artes marciales que están preocupadas en ganar concursos y que ignoran los elementos espirituales que he mencionado arriba.

 

Por ejemplo, cuando un padre o madre piensa en tener a su hijo o hija practicando un Arte Marcial, yo entiendo que la mayoría lo hacen con la esperanza que el niño mejorará sus maneras.

 

Pensando sobre esto un poco más, sin embargo, yo no estoy del todo seguro que el niño no pueda aprender más sobre buenas maneras ingresando en un equipo de beisbol o de fútbol que lo haría apuntándose a practicar una de las Artes Marciales centradas en concursos ganador-perdedor.

 

Nosotros debemos recordar que los deportes de equipo promueven el trabajo de equipo y la cooperación con otros. ¿Querría realmente un padre o madre enviar su niño o niña a practicar algo que estimula el uso de la violencia mientras uno crece más fuerte y orgulloso de su fuerza física?

 

E incluso si los padres no se cuestionan esto, ¿qué clase de contribución podríamos esperar que tales niños hicieran como futuros miembros de la sociedad?

 

Uno puede, naturalmente, tomar la postura de las Artes Marciales, como cuestión de vida o muerte, están en un reino fundamentalmente diferente a los deportes de competición de cualquier clase.

 

A mí, me gustaría sin embargo, que aquellos que adoptan esta posición se preguntaran realmente a ellos mismos si de verdad no se apartan artificialmente del tema importante. Esta es la razón por la cual yo continuo argumentando con todo el énfasis a favor de la importancia de entrenar el corazón y entrenar el espíritu a través de la práctica diaria del Aikido con nuestros cuerpos físicos.

 

The Aikido. Aikido World Headquarters, Tokyo. 1997