Del Bujutsu al Budo……………..por Gonzalo Madrid

 

Evolución de las artes marciales japonesas

 

El Bujutsu comprendía el conjunto de técnicas, métodos y artes militares practicados por los guerreros feudales siendo los Samurais la figura central en el Japón militar.

 

En la antiguedad los objetivos de las artes marciales eran bastante claros. Practicadas por los Bushi (guerreros feudales) con fines homicidas, los sistemas de combate en el Japón se desarrollaron tanto en cantidad como en calidad. La práctica del Bujutsu, que comprendía el conocimiento de las armas, sus formas de utilización, estrategia militar y sangre fría ante las situaciones, se difundió con amplitud justamente por su aspecto puramente utilitario.

 

El Budo (camino marcial) reglamentaba la conducta del guerrero japonés dando a la práctica de las artes marciales no solo una meta sino una aparente finalidad. Bajo la influencia de las doctrinas filosóficas y religiosas del Asia como el Taoísmo, Confucianismo y Budismo zen, el Budo buscaba su significado en el seno de las clases guerreras donde se crearon reglas para la vida cotidiana, respeto por los demás guerreros y la etiqueta o normas de cortesía. Además de desarrolla el Código del Bushido y el llamado Credo del Samurai. Aún cuando los guerreros complementaron su instrucción militar mediante estudios más intelectuales y hasta espirituales el Bujutsu y el Budo no lograron armonizarse.

 

Es importante resaltar, que ni el Bujutsu ni el Budo evolucionaron por separado. Entre los responsables de las escuelas de artes marciales antiguas, muchos comprendieron el valor práctico de los métodos recomendados por el Zen y los integraron para forjar mejor el carácter del guerrero y permitir el acceso a la estabilidad mental en todas las circunstancias, particularmente frente a la muerte.

 

Pero esta integración en el plano psicológico de la actitud zen en la preparación para el combate, como también la adaptación de los principios de flexibilidad y de no resistencia del taoísmo en el plano funcional, solo apuntaba a dar al guerrero más coherencia y eficacia a su acción en el campo de batalla. Por otro lado, los monjes practicaban artes marciales para defenderse ocasionalmente, contra las bandas de “saqueadores” y es de saberse el desarrollo de los métodos de combate sin armas que surgieron en las capaz sociales inferiores a la de los Bushi.

 

Todas estas circunstancias, factores históricos, sociales y culturales reforzaron la influencia y llevaron a elevarse a un nivel más en relación con la ética del Budo. La tentativa humana de crecer y perfeccionarse están representadas en tres niveles de evolución interdependientes y complementarios, donde el Bujutsu se encuentra en el nivel más bajo.

 

En la evolución de las artes marciales japonesas, el Bujutsu significaba la técnica y la estrategia, el método de combate necesario en un contexto agresivo, hostil y caracterizado por su aspecto destructor. Pertenecía al reino de la individualidad. Más adelante los períodos de paz relativa qu conoció el Japón facilitó el desarrollo de las formas rituales en el arte del combate, nacen las Katas y se pasan al dominio de la representación y lo formal. Es la tendencia a la sociabilidad.

 

Por último, el nivel superior se desarrolla bajo una coyuntura social favorable, afina las dos producciones precedentes y aspira a servirse de ellas para una mejor fusión del cuerpo y el espíritu con respecto al hombre, y una mejor integración del hombre con el universo. Es la búsqueda de la universalidad.

 

La evolución de las artes marciales naturalmente no concluye aquí. El Budo Moderno es sin duda la síntesis de las artes marciales. Al desarrollarse en un contexto que favorece su germinación, es la que hace de las artes marciales japonesas, disciplinas del comportamiento humano integrales y comprensivas.

 

Es en esta etapa de evolución donde surgen y coexisten diversas disciplinas con características aparentemente similares pero distintos unos de otros, las cuales es preciso diferenciar. En Occidente se practica actualmente una cantidad enorme de diversas disciplinas las cuales se les cataloga como “artes marciales”.

 

Existen los sistemas de combate, métodos de defensa personal, métodos de lucha, artes marciales competitivas o deportivas y las mezcla de varias de estas que dan origen a otra gama de actividades que no tienen nada que ver con lo artístico o marcial.

 

El Budo Japonés se mantiene al margen de las artes marciales adaptadas al mundo moderno para el entretenimiento, mantenerse en forma o sentirse poderoso. El Budo no se presenta jamás como un conjunto de técnicas o de estrategias guerreras, sino como un método de educación capaz de forjar hombres de pensamiento coherente; ser un Budoka ( experto en budo) es dar prueba en toda circunstancia de respeto para los demás, actuar con benevolencia sin que le reste esto al carácter de eficacia y justicia.

 

Dirigidos hacia la búsqueda de la armonía en sí misma y entre los hombres y la paz universal, disciplinas como el AIKIDO, el IAIDO y el JODO entre otras mantienen intactas la tradición marcial y su enseñanza haciendo del Budo Japonés el arte de detener la confrontación. El aspecto esencialmente defensivo no es sino la adecuación al sentido original del Budo y en su principio de armonía y paz.

 

Actualmente, parece que las “artes marciales” llevan a obtener un resultado inverso del que buscan, en vez de conducir a la adquisición de un estado mental superior parece consumir rápidamente todas sus reservas. Al parecer la voluntad de ser el mejor, el más fuerte, el más rápido o ser miembro de una organización que contenga el mayor numero de medallas y reconocimientos ha descerebrado y mecanizado no solo a las artes marciales sino al deporte en general.

 

Lamentablemente otras artes marciales surgidas del Budo que han caído en el campo de la competición han enfocado toda su sabiduría a la búsqueda exclusiva del desempeño, de los resultados físicos para mejorar sus propios récord, identificándose con el pensamiento occidental del hombre en la que predomina la separación y el dualismo cuerpo – espíritu.

 

Al volverse exclusivamente un deporte competitivo han vendido su propio espíritu a cambio de una medalla. Esto no quiere decir que el deporte competitivo solo nos traiga problemas, pero sí advierte de una notable desvalorización en las que las artes marciales están también involucradas.

 

El Budo es Budo y el deporte es deporte, aprender técnicas es una cosa, otra es adquirir una capacidad marcial, es decir, forjarse una actitud interna y externa corporal, psicológica y mental, de modo que nuestros actos se realicen siempre en el sentido definido por los objetivos del arte.

 

Todo este aparente enredo, supone para nosotros los occidentales que no estamos familiarizados con el pensamiento oriental y mucho menos con el Budo; la noción de la no resistencia y de la no violencia presente en el Budo Moderno, aún no es entendida por los artistas marciales de hoy, y sigue siendo para muchos estrategias de defensa más que disciplinas integrales además de una oportunidad de medirse con los demás, competir y seguir en el pequeño mundo de la ganancia y la perdida o de la victoria y la derrota.

 

Para explicar su conducta cuando ya no es necesario batirse para sobrevivir como ocurría con el Bujutsu, el hombre de hoy reemplaza la amenaza directa de las sociedades de aquel entonces, donde su comportamiento tenía “algún sentido”, por valores tales como la competencia, la necesidad de abrirse un lugar, poseer, atesorar conocimientos y bienes para tratar de excusar los medios poco honorables y poco fraternales que emplea para satisfacer, sus necesidades sus impulsos y sus codicias.

 

Es importante, pienso, comprender que la evolución de las artes marciales hoy en día dependen del enfoque y visión de conjunto de los maestros que se toman responsable y profesionalmente la tarea de enseñar los orígenes, las bases técnicas, el respeto por la tradición marcial sin permitir que éstas se distorsionen y sobre todo poder dejar en claro cuales son los objetivos que buscan con su práctica.

 

El Budo Japonés no ha llegado a nosotros para tomar lo que más nos gusta de él o nos acomoda, sí tomamos solo la parte física se transformaría en un deporte cualquiera, si consideramos solo la parte espiritual se transformaría en un método de meditación y concentración y si solo ofrecemos sus cualidades estratégicas podría ser mal utilizado para el beneficio de aquellos que gozan con el poderío económico sacando provecho a todo a favor “al sistema” como ocurre actualmente con el llamado “Aikido empresarial”.

 

El peligro para el arte marcial en sí, consiste en la supresión de cualquiera de sus componentes que no son más que el soporte de una búsqueda más profunda, al alcance de quién quiera aprenderla con un espíritu sano, disponible, positivo y participativo. Es preciso entonces, no mutilar al Budo inicial para hacer de él una práctica más adaptada al espíritu y las aspiraciones modernas. Este es ya una transformación reflexionada y juiciosa del Bujutsu, en un proceso completo ofrecido al hombre para recuperar su autonomía y su libertad.

 

La libertad del actuar o no actuar, desviar la fuerza adversa, neutralizarla o dejarla pasar para que destruya a sí misma o la capacidad de sentir, solo puede ejercerse con una sola condición: la ausencia de oposición. El Arte del Aikido representa hoy en día claramente ese espíritu de Budo Moderno donde no hay deseo de ganar, de vencer, de deshacerse con mayor o menor destreza o brutalidad del contrincante y someterlo por la fuerza o la técnica. No hay apego al yo por sobre el otro. No hay extensión abusiva del yo en detrenimiento de la libertad del otro. No hay imposición. Sí existe una motivación para la acción, esta se sitúa en otro nivel que el enfrentamiento en sí. Se coloca frente al conflicto su carácter más universal hasta el punto de devolverse una verdadera lección de comportamiento y educación.

 

La sabiduría del Budo consiste en reconocer y consagrar en sus métodos de enseñanza la inseparabilidad y perfección en el hombre de todo lo que constituye su identidad y su personalidad. Por esta sabiduría nacida del cuerpo, lo mental y lo espiritual, inspirada y conformada de manera empírica por practicas de las disciplinas marciales que la conforman, el hombre se encuentra en situación de dirigir sus conocimientos y sus técnicas hacia una finalidad superior que junto a otras disciplinas como el Kendo, Kyudo, Iaido, Jodo y particularmente el Aikido, sitúa en la comprensión mutua, la concordancia y la búsqueda de la paz.

 

No es necesario romper definitivamente con todo lo que hasta ahora ha sido la garantía de nuestra evolución. Solo nos hace falta simplemente admitir la existencia de otra vía, de otra manera de ser. Quizás entonces este compromiso en un nuevo modo de vida dará sus frutos. De cualquier forma, el verdadero valor de las artes marciales solo existirá a condición de que este compromiso sea resultado de una voluntad individual y no de distorsionar, destruir o cambiar, sino de estudiar, añadir y progresar. No existirá entonces, sino en la medida en que una vez integradas tal como son en nuestra civilización, las artes marciales sean un medio de renovación y progreso.

 

Gonzalo Madrid

Director Técnico E.N.B.J (Escuela Nacional Budo Japonés. Chile)

Organismo de difusión del Aikido, Iaido y Jodo

 

 

www.aikidomadrid.cl